Has empezado Septiembre cargado de energía, relajado y con buena cara! Pero, ¿relamente vienes en forma? ¿Has cogido algo de peso en vacaciones? ¿Te has saltado todas las reglas?
Has empezado Septiembre cargado de energía, relajado y con buena cara! Pero, ¿relamente vienes en forma? ¿Has cogido algo de peso en vacaciones? ¿Te has saltado todas las reglas?
No es fácil enfrentarnos a nosotros mismos, conocernos, saber quiénes somos de verdad. Tampoco lo es reconocer muchas de nuestras sombras, ni por supuesto, encontrarnos en ellas. Vernos en modo automático, refugiándonos en cualquier cosa que encontramos al abrir el frigorífico, es algo que nos cuesta asimilar. Y sin embargo, a quién no le ha sucedido?...
Recientemente, descubrí que existen distintos tipos de “hambre”. Me sorprendió entender que comer es el acto de cruzar la barrera de la intimidad entre el grupo y mi cuerpo. Cuantas menos personas haya más íntima será la experiencia, cuantos más seamos, más impersonal. Nos comunicamos con el resto del mundo a través de nuestros orificios, por lo que al comer estamos asimilando nuestro entorno. La comida no es tanto un sistema de lenguaje implícito, como una herramienta que nos permite relacionarnos con los demás e inevitablemente, con nosotros mismos.