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LA ANSIEDAD, NUESTRA GRAN ALIADA - Kilosout

2 noviembre, 2017por Itziar
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Hablar de ansiedad equivale, muchas veces, a hablar de estrés. Utilizamos indistintamente ambos términos para referirnos a lo mismo, y ese “mismo” alude a casi cualquier cosa que nos pasa, “estoy estresada” o “tengo ansiedad” son frases habituales, que significan que estamos haciendo mucho de algo, que nos estamos “esforzando”. El estrés cumple incluso un rol bien visto en nuestra sociedad, en el día a día, y a él le adjudicamos gran parte de lo que nos sucede, es la explicación perfecta para no ir más allá y evitar profundizar en lo que verdaderamente está pasando “dentro” de nosotros.

En realidad la ansiedad es un tipo muy específico de estrés y por lo general es fundamental, trabajar ambos de forma paralela. Curiosamente, la reacción que provocan en nuestro cuerpo, es muy similar a la que produce el miedo. De hecho y a nivel emocional, cuando nos enfrentamos a situaciones que percibimos como difíciles o angustiosas, aunque tendemos a nombrar a la ansiedad, es frecuente que lo que de verdad estemos sintiendo sea miedo, lo que ocurre es que no queremos o no nos atrevemos a usar esa palabra, incluso la mayor parte de las veces, puede que ni siquiera sepamos ponerle nombre a lo que habita en ese instante en nuestro interior.

La diferencia es el que el miedo responde a un peligro real e inminente, mientras que la ansiedad está siempre anclada en el futuro y basada en experiencias pasadas. El miedo de la ansiedad es a que “algo” nos ocurra, como cuando vemos comida y tememos engordar: proyectamos, con frecuencia apoyándonos en algo que ya fue. La respuesta de nuestro cuerpo en esos casos, es muy similar al fenómeno “lucha-huida” que provoca el miedo, el peligro no es real pero se percibe como si lo fuera, la reacción física es tan intensa, que la respuesta puede volverse crónica y es ahí cuando la persona termina agotada. Aunque el peligro NO sea real, la respuesta del cuerpo SI lo es. A diferencia del miedo, la causa es siempre un factor interno, nuestra percepción sobre lo que pasó y/o puede pasar, y su función no es evolutiva, sino que nos prepara para lo peor: la ansiedad se queda siempre con nosotros y nunca es proporcional al peligro de la situación.

Otro factor a tener en cuenta, es que la comida “no se va”, podemos dejar el tabaco, el alcohol, pero no podemos dejar de comer, de hecho y como mínimo, vamos a tener que enfrentarnos a la comida al menos tres veces cada día, por eso es fundamental que aprendamos a manejar esa situación. Cuanta más ansiedad sentimos, menos herramientas parecemos tener para gestionarla. Nuestra primera e inconsciente estrategia es controlar qué, cómo, dónde y cuándo comemos, y por tanto evitar todo aquello que nos suponga una tentación, los sitios y las personas habituales, las reuniones con los amigos, los eventos sociales, comenzamos a aislarnos y solo en esa soledad, nos sentimos capaces de vencer nuestro conflicto interno, sin darnos cuenta de que si constantemente nos protegemos frente a algo, nunca tendremos la oportunidad de afrontarlo.

Mientras nos mantenemos en esta posición de rigidez, ponemos el foco en la “forma”, pero no estamos teniendo en cuenta el “fondo” de la cuestión, el detonante continua inevitablemente activo, nos empeñamos en controlar las acciones pero dejamos de lado la emoción interna que nos conduce a ellas. La estrategia del control, de la acción, tiene inevitablemente fecha de caducidad, como mucho puede durar dos o tres semanas, no se puede mantener por más tiempo, por eso tarde o temprano, terminamos saboteándonos, y entrando en un grado de crisis aún mayor.

Existen diversas formulas para trabajar la ansiedad, la primera y más importante consiste en descubrir nuestras “creencias erróneas”, los pensamientos que nos la generan, profundizar en los comportamientos que estamos “evitando”, averiguar qué es lo que creemos que es “inamovible” y desde ahí, comenzar a visualizar y materializar el cambio. Es por eso que si conseguimos situarnos “en ese otro lugar”, podremos ver la ansiedad como lo que realmente es, una oportunidad para conocernos y mejorar nuestra consciencia y nuestro camino.