Hay una frase de Viktor Frankl que me dejó huella, da igual la circunstancia en la que nos encontremos, siempre nos quedará la opción de elegir como vivirla, como afrontarla e interpretarla. Es lo que él llama la última de nuestras libertades.
La vida es la que es, para todos se muestra a veces más clara, a veces no. Los conflictos, el esfuerzo, las situaciones sobrevenidas y el dolor, forman parte de nuestro día a día. Pero también forman parte el sol, el amor, los retos, la compasión. Hay quien siempre se sitúa en uno solo de estos lados. Por defecto, nos habituamos a quedarnos en lo peor, en la queja, en el victimismo, en la inmovilidad, en la costumbre de echar balones fuera y responsabilizar al mundo todo, de nuestro pesar. Desde ahí la vida se muestra como un viaje en el que nada depende de nosotros, avanzamos o no, al vaivén de las circunstancias y nuestra última posibilidad, es que algo “fuera” cambie para así, lograr sentirnos mejor. Esa es la actitud de quien cede su responsabilidad, pero también su poder, al exterior.
Me pregunto si no sería más fácil dejar de resistirnos y aprender a fluir con lo que es. Si no se presentaría todo diferente, asumiendo que somos nosotros quienes decidimos qué hacer, decir, obviar, negar, asumir, abrazar, empujar… y teniendo presente, que cada una de estas elecciones, en cada momento, lleva aparejadas inevitablemente, montones de consecuencias. Me pregunto qué pasaría, si fuéramos capaces de mirar a nuestro alrededor con los ojos de quien posee la certeza de que todo es un reflejo, que como es fuera es dentro, y de que si existe una verdad absoluta, es que lo único que verdaderamente podemos cambiar, es a nosotros mismos y nuestro interior.
Asumiendo esa realidad, tenemos la capacidad de convertirnos en los dueños de nuestro destino, de nuestra vida, de nuestras decisiones. Tenemos la oportunidad de decidir quién queremos ser, así como de ejercitar esa libertad que si bien última, es intrínseca a nosotros y prevalece hasta el último momento, pendiente de ser o no utilizada, practicada. Las circunstancias son neutras, se muestran como un contexto en el que nos experimentamos, nos descubrimos. Nuestras elecciones no lo son. A través de ellas, decidimos como vivir, afrontar e interpretar lo que sucede. Hagamos de nuestra última libertad, la primera, y comencemos a vivirnos a través de ella como quienes realmente podemos ser. Auténticos.
“Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino. ¿No podemos cambiar la situación? Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Viktor Frankl